Retratos EMI 2024: Alondra Texmaye

EMI: Nos gustaría que nos contaras un poquito más de tu origen ¿de dónde viene tu amor por el dibujo?

ALO: Haciendo memoria, yo siempre disfruté las clases artísticas. Como cuando  te ponían a hacer papelitos y cositas variadas, lo amaba, pero siento que nunca fui súper creativa en cuestión de ir más allá, de que me naciera el gusto de ponerme a dibujar, hasta que crecí, y en la prepa empiezo de nuevo a ver con amor todo ese tipo de cosillas.

Se me enciende la chispa por querer empezar a dibujar. Me compré una libreta marquilla y unas acuarelas básicas y me dije, voy a pintar sobre todo por el boom de las redes sociales, me acuerdo que veía mucho pinterest. Entonces era buscar referencias y  estilismos, pero la verdad es que nada de eso me quedaba bonito, pero yo seguía ahí al pie del cañón intentando dibujar.

Cuando llego a la universidad y decido estudiar diseño gráfico, para mi representaba algo muy creativo, Pero no específicamente por el dibujo, de hecho yo llego a mi primera clase en primer semestre de dibujo y veo que todos hacen cosas guau y yo me sentía como, no sé, la cosa más vergonzosa cuando realmente no era tan así. Lo que quiero decir es que fui muy dura conmigo misma y con juzgar mi proceso. Yo me sentía la más mediocre por no hacer cosas increíbles o bonitas, y claro, había otros que sí hacían cosas bellas, y  me comparaba con esas personas y me sentía muy mal. Entonces me rendí, y me dije no es para mí, el dibujo no es para mí, tiré la toalla y pensé el diseño gráfico tiene tantas variantes que me puedo enfocar a cualquier otra.

A mitad de carrera me topé con un proyecto en el que había que ilustrar un libro y yo le pedí ayuda a alguien más, me entregaron ilustraciones increíbles, algunas, otras eran una cosa sin esfuerzo o dedicación. Y sí, pensé “esto lo pude haber hecho yo” y con esta noción de saber que yo no dibujo bien.

Me cuestioné: si tú sientes que tú pudiste haber hecho esto mejor, pues hazlo, ¿no? “como un tipo autoengaño”  Y me reté, me dije: ponte a dibujar, entrénate. Recuerdo que fueron unas vacaciones en las que tenía una libreta amarilla de notas y agarré una pluma, y me ponía a hacer dibujos, todos feos, raros, literal el nivel  que tenía en la prepa, estuve todas las vacaciones dibujando diariamente. No mejoré, pero cuando volví a la escuela entre clases tenía  libretas súper chiquititas, menos de un cuarto de carta y  me ponía a garabatear en lo que llegaba el profe. Y fue cuando realmente lo empecé a disfrutar y a pesar de que, evidentemente, mis dibujos seguían, con muchísimos fallos técnicos, empezaba a disfrutarlo.

Recuerdo que también el comentario de un amigo me inspiró muchísimo: “me encantan tus ilustraciones”. Y es que siempre les he dado ese plus de estilismo, y a él le gustaban, eso me motivó mucho. Y gracias a mis amigos surgierón más, eso fue como una señal de ah, mira, ahí vas, y  le agarré amor a la práctica y he empezado a dedicarle muchísimo más tiempo al dibujo. 

A mí me reconforta bastante el hecho de saber que pude vencer ese miedo de “yo no sé o yo no nací para esto” y todos esos sentimientos con los que me innunde. Me siento orgullosa de pensar que algo que no era para mí, poder haberlo hecho para mí.